lunes, 10 de marzo de 2008

¿Quién inventó el teléfono? - Parte II


Al día de hoy, muchos en Italia atribuyen a Antonio Meucci la invención del teléfono.

Nació en 1808, en Florencia, donde estudio ingeniería química y mecánica. Trabajó en el Teatro della Pergola, como un tramoyista, asistiendo a Artemio Canovetti. En 1834 construyó una especie de teléfono acústico, basado en los principios usados en los barcos para los teléfonos de “cañería”, el cual todavía está en funcionamiento, comunicando el escenario con el cuarto de control.

En 1835 emigró a Cuba, aceptando un puesto en el teatro Tacón en la Habana. En Cuba diseño un sistema de purificación de agua y reconstruyó dicho teatro, luego de un huracán.

En 1850 llega a Estados Unidos, estableciéndose en Staten Island, Nueva York, invirtiendo el capital reunido en Cuba en una fábrica de velas de cebo. Supuestamente, en 1856 Meucci construyó el primer teléfono electromagnético, que comunicaba el sótano (donde tenía su laboratorio) y el segundo piso de su casa. Fruto de la necesidad que representaba su esposa inválida a causa de la artritis. Entre 1856 y 1870 desarrolló 30 modelos diferentes basados en ese primer prototipo. Sus esfuerzos por encontrar financiamiento, a través de sus amigos italianos, se vieron frustrados por la situación política inestable de su país de origen. Su situación se volvió precaria a partir de finales de 1861 cuando se declaró en bancarrota, pasando a depender de amigos para su subsistencia. Según reportes, en 1870 logró transportar voz humana a una milla de distancia, usando cables de cobre forrados en algodón. A fines de 1871 constituyó una sociedad con tres inversionistas italianos pero solo consiguió $20 para pagar por una “advertencia” (la aplicación para la patente costaba $250).

Luego de renovar la advertencia, esta finalmente expiró en diciembre de 1874. Cuando Bell consiguió su patente en 1876, Meucci lo llevó a corte para demostrar que él lo había diseñado primero. Las pruebas de Meucci, sin embargo, eran precarias. Casi todo se centró en una agenda donde tomaba notas, y que fue duramente cuestionada por los abogados de Bell. Aunque nunca se llegó a una sentencia definitiva (se cerró con la muerte de Meucci en 1889), el juicio provocó que el gobierno comenzara accciones legales contra Bell, sin embargo, sucesivas apelaciones continuaron hasta acabar pocod después de la muerte de Meucci en 1889. La acción contra Bell continuó, aún después de expirar las patentes referidas en ese juicio, a causa del juez Whitman, que se empeño en resolver el asunto, pues a su entender, una sentencia sería un punto de referencia para asuntos importantísimos para el país. Sin embargo, con su muerte en 1896, se perdió el interés restante, y para 1897 se declaró cerrado el caso, sin llegar a ningún veredicto.

Para complicar más las cosas, parece ser American Bell y la poderosa Western Union Telegraph Company, que controlaba los derechos sobre varias invenciones relacionadas al teléfono (entre ellas las de Gray), resolvieron repartirse el mercado, a fines de 1879, en lugar de ir a la corte.

En junio de 2002, la Cámara de Representantes de Estados Unidos emitió una resolución reconociendo a Meucci como el inventor del teléfono. Entre otras cosas se decía: “Sí Meucci hubiera podido pagar los $10 para mantener la advertencia, después de 1874, ninguna patente se le hubiera otorgado a Bell”.

La parte que me resulta más extraña de toda esta historia es que Meucci si se adjudicó patentes y advertencias por otras cosas, por ejemplo en 1875 por un “lactómetro” (detectaba la leche adulterada), 1876 por un “higrómetro”, 1883 por “pasta plástica” para hacer bolas de billar (todos estos ejemplos de patentes). ¿Por qué no fue más cuidadoso de su trabajo en el teléfono?

En fin, parece que no sólo basta tener la idea, sino los recursos y voluntad para desarrollarla…

Más información aquí.

2 comentarios:

Roy Jiménez Oreamuno dijo...

Bueno yo diría que fue toda una conspiración para ver quien se quedaba con la jugosa patente.

Así que no hay que darle mucha vuelta, es como lo del ICE, sé que no te gusta que hable de esa poderosa y gran empresa estatal, que todos aman y desean poseer al máximo.

Hasta ahí van las teorías de conspiración hasta el día de hoy, se sigue la trama con las telecomunicaciones, en el pasado casi nos e noto pero hoy en día es todo un culebrón globalizado, que no tiene ni espacio ni tiempo, ¡no crees¡
Saludos

Terox dijo...

Roy, diay, ahora es cuando vamos a ver que tan buena es. Así decían de los bancos estatales, y ahí están, mejor que nunca...

Si ves la historia, el problema que tuvo Meucci fue que no concretó las ideas, ni fue capaz de conseguir un buen socio. El mérito de Bell fue llevar a cabo el proyecto... Cómo decían los antiguos: "La suerte favorece a los fuertes..."